Mario Hertig
Un espacio para reflexiones
miércoles, 8 de diciembre de 2010
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Cuando comenzó el siglo XXI (Octubre)
Redistribución de las rentas (Agosto)
Jubilaciones II (Agosto)
De capítulos y versículos (Agosto)
Reflexiones sobre el matrimonio (Julio)
Revolución o Evolución (Mayo)
Jubilaciones (Mayo)
Derechas e izquierdas. (Mayo)
Una propuesta para el tránsito de
Lomas de Zamora. (Abril)
El mensaje de las Tres Cruces. (Abril)
Fracciones periódicas recíprocas. (Abril)
Radiografía del cero. (Marzo)
División por 7 y 49. (Marzo)
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El Espíritu Navideño
La Biblia Reina Valera tiene un lenguaje especial, casi diríamos musical que más que castellano antiguo o castizo, llamaríamos bíblico. Quienes iniciaron sus lecturas bíblicas con la versión Reina-Valera muchas veces la añoran, como cuando leen el pasaje citado que finaliza con el versículo 14 que dice: Gloria en las alturas a Dios, en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.
Años después en un viaje pasamos junto a un monumento a Jesús que tenía en su base la inscripción “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” Pensamos que se trataba de una mala transcripción, pero verificamos que así decía la Biblia católica. Mas tarde notamos que una traducción equivalente adoptaba la versión Dios Habla Hoy y lo mismo encontramos en una vieja Biblia francesa. En cambio en una antigua Biblia inglesa encontramos una traducción equivalente a Reina-Valera. Finalmente buscamos la versión de un pionero de la evangelización en Argentina. Don Pablo Besson, quien tradujo “…sobre la tierra paz, a los hombres benevolencia” (equivalente a la versión Reina Valera) y aclaraba que no es correcta la otra traducción.
En un caso el versículo tiene 2 frases y las buenas nuevas están dirigidas solo a los hombres de buena voluntad. En el otro el versículo tiene 3 frases y la buena voluntad del Señor es para todos los hombres, más acorde con el universalismo del evangelio de Lucas. No tenemos elementos para verificar cual traducción es correcta, pero confesamos que nos agrada más la de Reina-Valera que se dirige a todo el mundo sin distinción.
Muchos afirman que la Pascua es la fecha más importante del Cristianismo, pero es evidente que la más trascendente es la Navidad, pues trasciende los límites de las iglesias y de los creyentes. Cuando se acerca la Navidad pareciera que soplara un aire especial, una suerte de espíritu navideño que inunda el ambiente y hace que todos, en mayor o menor grado se acerquen más a Dios. Podrán criticarse muchos festejos de Navidad que distorsionan el espíritu navideño o los excesos que puedan cometerse o que el arbolito sea de origen pagano, pero por doquier se escuchan las clásicas melodías navideñas y los villancicos, se adornan los salones y las casas, se reúnen las familias, se expresan deseos de felicidad.
Es reconfortante la trascendencia que le dan a la Navidad las Iglesias cristianas cuando se escuchan las clásicas canciones navideñas que muchos conocen y se ofrece un mensaje cabalmente navideño. A las iglesias les cabe un papel importante en las celebraciones de Navidad y deben comprender esa predisposición especial de muchos a sumergirse en el espíritu navideño a pesar de no ser verdaderamente creyentes. Como en ningún otro momento la celebración debe centrarse en el nacimiento de Jesús, entonando hermosas himnos navideños y predicando el mensaje de fe, de esperanza, de amor y de paz que proclamaba la multitud de los ejércitos celestiales y que tanto necesita la humanidad.
Mario Hertig
Diciembre de 2010
jueves, 7 de octubre de 2010
Siglo XXI
Cuando comenzó el siglo XXI
Este estudio se inició con un artículo presentado en la revista de APUI de julio de 1998 y en una carta de lectores enviada al diario
A causa de ello recibimos varias sugerencias apoyando diferentes criterios para determinar la iniciación del nuevo siglo, lo que nos indujo a profundizar la cuestión dando motivo al siguiente análisis escrito en octubre de 1999.
Continuamente aparecen notas o cartas de lectores referentes a cuando comienza el siglo XXI y por ende el próximo milenio. La mayor parte de los que analizan este asunto se inclinan por el 1º de enero del año 2001, basándose en el supuesto que no existió el año cero y considerando que los siglos tienen necesariamente 100 años. Sin embargo todo el mundo, incluso los que opinan diferente, piensan celebrar el advenimiento del nuevo siglo al finalizar el año 1999.
Calendario: Los pueblos antiguos contaban los años a partir de eventos especiales o del comienzo del reinado de los reyes. Con ese criterio los romanos se referían a la fundación de Roma (en
El monje Dionisio el Exiguo en el año 527 DC estudió el calendario a pedido del papa Juan I, a fin de adaptarlo al cristianismo y en el año 532 DC propuso iniciar la era cristiana a partir de
Dionisio el Exiguo se basó en que el Evangelio según San Lucas menciona que en el año 15 del gobierno del emperador Tiberio Jesús tendría unos 30 años. Análisis posteriores estimaron que Jesús nació aproximadamente en el año
En 1582 el papa Gregorio XIII corrigió el calendario (que cada 4 siglos se corría 3 días aproximadamente), quitándole 10 días al mes de octubre (el día 5 de octubre pasó a ser el 15 de octubre) y estableciendo que cada 4 siglos se suprimieran 3 bisiestos (así los años 1700, 1800 y 1900 no fueron bisiestos). Posteriormente se resolvió que los años 4000 y múltiplos de 4000 no fueran bisiestos, pero nunca se hizo referencia al año cero.
Al igual que la reforma de Dionisio el Exiguo, el calendario gregoriano no fue aceptado simultáneamente por todos los países europeos. Solo fue adoptado inmediatamente por Italia, Francia, España y Portugal y gradualmente por otros países como Holanda, Suiza y el sur de Alemania en 1583, Polonia y Hungría en 1586, Dinamarca y norte de Alemania en 1700. Inglaterra en 1752, Japón en 1872, China en 1912, Rusia en 1917 y Grecia en 1923. Estas diferencias pueden producir confusiones en las fechas de los eventos, según los países donde ocurrieron los mismos, como la revolución rusa conocida como la revolución de octubre, pero que para nosotros sucedió el 7 de noviembre.
Siglos anteriores: Los historiadores mencionan que hacia fines del primer milenio existía un temor bastante generalizado sobre la posibilidad de un cataclismo que provocara el fin del mundo, que denominaron “los terrores del año mil”. Esto nos hace suponer que el pueblo consideraba que el primer milenio terminaba en el año 999. Si bien no existía la difusión periodística actual, se sabe que en los comienzos de los siglos XVII, XVIII y XIX se discutía como ahora cuando comenzaba el nuevo siglo.
Antes de la llegada del siglo XX varias universidades norteamericanas y algunos diarios de la época se inclinaron por el 1º de enero de 1901. El gobierno del Gral. Roca dispuso por decreto que el 31 de diciembre de 1900, “ultimo día del siglo XIX”, fuera feriado nacional. Sin embargo, varias naciones europeas festejaron el 1º de enero de 1900 como el inicio del siglo.
No sabemos cual era el pensamiento del pueblo en general y resulta difícil recurrir a los diarios porque eran muy parcos y los principales aceptaban el criterio oficial. Pero el historiador Félix Luna en su Historia General de
Imprecisiones: En los argumentos mencionados en los distintos artículos publicados sobre el tema, generalmente no se tiene en cuenta las imprecisiones de los datos considerados.
Al margen de analizar si existió o no el año cero, deberíamos saber que criterio utilizaron quienes ensamblaron los calendarios cristiano y juliano y determinaron en el nuevo calendario los años en que ocurrieron los eventos anteriores a la era cristiana. No sabemos con certeza cual fue el criterio adoptado por Dionisio el Exiguo, con año cero o sin él, tampoco conocemos el criterio que usaron los historiadores que tuvieron que fechar dichos eventos y si se utilizó siempre el mismo criterio. En cualquier caso no conocemos ningún evento ocurrido en el año cero.
Dionisio el Exiguo presentó su propuesta según algunos en el año 527 y según otros en 532. Sin embargo el papa Juan I, que le había encomendado la confección del nuevo calendario, fue papa entre los años 523 y 526. Claro que esta discrepancia podría indicar que transcurrieron algunos años hasta que se aprobó el estudio.
Según la enciclopedia Sopena el emperador Augusto nació en
Argumentos a favor de un calendario sin año cero: Quienes sostienen esta posición se basan en que el número cero, ideado probablemente por el matemático hindú Brahmagupta en el siglo VII, fue introducido en Europa por los árabes y adoptado por el italiano Leonardo de Pisa conocido como Fibonacci alrededor del año 1200. Sin embargo el concepto de cero como nulidad o como principio debe haber existido desde tiempos inmemoriales. Lo que introdujeron los árabes fue el signo cero y la numeración decimal posicional, donde para pasar de unidades a decenas o centenas se agregan ceros a la derecha.
El argumento de que las matemáticas apoyan este argumento no es totalmente válido porque cuando hay un antes y un después de un evento expresados con números negativos y positivos, matemáticamente no se puede prescindir del cero. Si eliminamos el año cero, la cantidad de años transcurridos entre dos sucesos en eras distintas no es igual a la diferencia entre los años respectivos. Por ejemplo, no existiendo el año cero, entre los años
Por eso en la enciclopedia Espasa Calpe, que se inclina por un calendario cronológico sin año cero, menciona otro calendario, el astronómico con año cero, que permite calcular por una simple resta los años transcurridos entre dos hechos sucedidos en eras distintas. Ambos calendarios coinciden en la era cristiana, pero difieren en un año en la era anterior. Así al año cronológico
Argumentos a favor de un calendario con año cero: Quienes proponen esta alternativa parten de la base de que desde tiempos antiguos se tenía el concepto de cero como nulidad o como principio, como mencionado anteriormente.
El argumento más interesante que encontramos es el que considera que Dionisio el Exiguo, con profundos conocimientos en la materia, descubrió que la fecha de
Otros hacen hincapié en que la edad de un bebé se cuenta por meses y recién se dice que tiene un año cuando entra en el segundo año de vida, Su primer año de vida sería su año cero. Si las semanas y meses se cuentan a partir del número uno, los años, al igual que las horas, comenzarían en cero.
Los números áureos expresan el número de años en que el año de una fecha excede al de ciclos lunares justos (igual a 19 años) contados desde el primer año de la era cristiana. Según la enciclopedia Sopena, en los números áureos se adjudica el número 1 al año cero de la era cristiana. Pero es posible que esto se deba a que los números áureos se refieren a eventos astronómicos.
Argumento que prescinde de la existencia del año cero: En nuestra cultura el cero se presenta como el inicio natural de décadas, centurias y milenios. En muchas ocasiones en la misma página de un periódico donde se publicaba un artículo indicando que el nuevo siglo comenzaría en el año 2001, aparecía una noticia referente a la finalización del siglo, indicando “a fines de
Con el mismo criterio nos inclinamos a ubicar la celebración del centenario el 25 de mayo de de 1910 en la década del 10 o del año del Libertador 1950 en la década del 50
Es decir que al margen de aceptar o negar la existencia del año cero, hay una tendencia generalizada en la mayor parte de la gente y del mundo de considerar que el próximo siglo y el próximo milenio comenzarán el 1º de enero de 2000.
Conciliación de criterios: Frente a las dudas e imprecisiones indicadas, los distintos argumentos presentados podrían conciliarse si quienes niegan la existencia del año cero aceptaran que el primer siglo tuvo solo 99 años y los restantes 100. En esta forma, aun sin año cero, los siglos y milenios comenzarían en cero y concordarían con el pensamiento de la gente en general.
A quien le cueste aceptar que un siglo tenga 99 años, recuerde que el año
Cualesquiera sean los argumentos que se esgriman o la convención que se adopte, lo cierto es que la gente, los medios y el mundo entero ya han dado su veredicto y todos celebrarán el advenimiento del siglo XXI y del tercer milenio el 31 de diciembre de
Mario A. Hertig
Octubre de 1999
lunes, 23 de agosto de 2010
Redistribución de las rentas
En los textos de economía se suele considerar que los factores productivos se clasifican de acuerdo a sus retribuciones en 4 grupos a saber: Tierra, Trabajo, Capital y Empresa, siendo sus remuneraciones la renta, el salario, el interés y el beneficio. En el rubro Trabajo se incluye a todas las personas que efectúen alguna actividad, sean obreros, empleados, directivos e incluso empresarios, en la medida que efectúen un trabajo y a su retribución se la denomina genéricamente salario. Al Capital le corresponde una remuneración llamada interés y
El pueblo judío, aproximadamente en el año
Los fisiócratas, economistas liberales de la época de Luis XVI liderados por Quesney, consideraron que la tierra producía un excedente que denominaron “produit net” y estimaron que era el único factor al que se le debía aplicar impuestos. El economista inglés David Ricardo estudió en 1815 lo que denominó “renta diferencial” al considerar la diferencia de productividad de dos parcelas de tierra trabajadas en las mismas condiciones. Un ligero análisis nos muestra que aun considerando una única parcela aparece la renta. Un arrendatario, trabajando eficientemente una parcela, obtiene un ingreso que considera razonable para sí, más un plus que le permite abonar el arrendamiento. El valor del arrendamiento equivale a la renta de dicha parcela, que es distinta del interés del capital. El interés que reditúa un capital dado es igual a:
Interés = Capital x tasa de interés del mercado.
En cambio la tierra (libre de mejoras) no tiene un valor en si misma, pero su productividad y ubicación generan una renta que le permite al dueño capitalizarla a la tasa de interés del mercado y determinar su valor de venta. O sea que la renta obtenida es el dato y el valor de la parcela el resultado; La fórmula será ahora:
Valor tierra = Renta / tasa interés.
Si se aplica a la tierra un impuesto que absorba gran parte de la renta, el valor de la misma tenderá a disminuir considerablemente y se hará más accesible al campesino capaz, pero de poco recursos. Igualmente promoverá la venta de latifundios improductivos que se tornarán antieconómicos. La redistribución de tierras se lograría así sin expropiaciones o confiscaciones y se orientaría automáticamente hacia los productores más eficientes, aumentando la productividad del agro. Lógicamente este proceso se debería implementar progresivamente, pero “sin prisa y sin pausa como la estrella” de modo que las modificaciones patrimoniales pasen desapercibidas y solo adquieran magnitud con el transcurso del tiempo.
Economistas posteriores extendieron el concepto a las rentas derivadas de la ubicación, mejoras de infraestructura, urbanización, etc. Hacia 1880, el economista norteamericano Henry George propuso el impuesto único a la tierra libre de mejoras, a fin de absorber las renta y cubrir con ellas las necesidades del Estado, creando el movimiento georgista, de gran difusión en su momento. En nuestro país aunque con una finalidad distinta, Rivadavia implementó la enfiteusis cediendo tierras fiscales mediante el pago de un canon adecuado. El sistema se acercaba al impuesto a la renta de la tierra, pero fue desvirtuado por la disminución del canon y la entrega de tierras ganadas al indio y hacia 1860 desapareció.
Hoy se acepta que otras actividades reciben por razones especiales una mayor retribución que la corriente como en los casos de los monopolios, demandas extraordinarias, ganancias eventuales, mejoras de infraestructura, aptitudes especiales requeridas por la sociedad, etc. En general la renta aparece cuando el aumento de la demanda no puede ser satisfecho porque la oferta es inelástica (escasa). En realidad todos los factores productivos pueden recibir, en determinadas circunstancias, un plus similar a la renta de la tierra, que pueden capitalizar en la medida que la renta sea más o menos permanente.
Muchos economistas definen la renta como “el exceso de remuneración recibida por un factor por encima de lo necesario para mantenerlo en servicio”. Es decir por encima de lo que el propio factor admitiría como retribución razonable, si no se dieran las circunstancias especiales del mercado. Aceptando que la renta sea una retribución distinta del interés o del beneficio, la cuestión es determinar a quien le corresponde la misma
En un sistema comunista puro, el individuo recibe únicamente su salario, y los intereses, beneficios y rentas, considerados como plus valía, son apropiados por el Estado. En una economía dirigida, más o menos socializada, la retribución de los factores se modifica porque el Estado redistribuye sus remuneraciones con un cierto criterio social. La economía liberal clásica en cambio considera legítimo que los productores e inversores se apropien de los intereses, beneficios y rentas, aunque le preocupe los conflictos producidos por las grandes diferencias sociales.
Sin embargo, si definimos como economía liberal aquella cuyo marco jurídico garantiza una amplia libertad, con pocas regulaciones, simples y generales (no particulares o discriminatorias), podría incluir un sistema donde los factores productivos reciben libremente el producto de su actividad, sea salario, interés o beneficio, pero no las rentas que no necesariamente les corresponden.
Siendo las rentas excesos de remuneraciones recibidos por algunos factores, (sea la renta de la tierra libre de mejoras, las ganancias extraordinarias, la obtenida por un artista destacado, etc.), que se deben fundamentalmente a una valoración social, ese mayor valor pertenecería a
Siguiendo la tendencia de los países más avanzados, deberían disminuirse los impuestos indirectos (IVA, ingresos brutos, aduaneros) que son regresivos por transmitirse igualmente a todos los consumidores. En cambio deben incrementarse los impuestos directos (ganancias, bienes personales, renta potencial de la tierra) que tienden a absorber las rentas que reciben las clases de mayor nivel económico
Aplicando el producto de las rentas a programas sociales en beneficio de personas o de regiones de menores ingresos y utilizando reglas simples y generales propias del liberalismo, se podría conjugar un capitalismo liberal con una suerte de socialismo impositivo, donde se combinen eficiencia y equidad social. Muchos países europeos, sobretodo los nórdicos han avanzado en ese sentido.
Pero más allá de la solidaridad de los grupos comunitarios de ayuda, cuya obra es muy loable o la obligación del Estado de proteger a los más necesitados, existe un derecho de las clases o regiones de menor nivel económico de participar en la distribución de las rentas, dado que ellos contribuyen al incremento de la demanda que genera la renta. Con ese criterio se podría agregar al concepto de “Redistribución de los ingresos” el de “Reintegro de las rentas” No se trataría ya de ayudar al necesitado por solidaridad o equidad social sino de restituirle lo que por derecho le corresponde.
Mario A. Hertig
Julio de 2008
martes, 10 de agosto de 2010
Jubilaciones II
Últimamente en el Congreso Nacional se inició el debate sobre las jubilaciones, expresándose el deseo de actualizarlas abonando el 82 % e indexando automáticamente los valores con el índice de inflación, pero surgen dudas sobre las posibilidades reales de abonar dichos montos con los recursos propios de Anses, sin apelar a rentas generales.
Aunque se utilizaran los fondos actuales de Anses únicamente para abonar jubilaciones y se pagaran jubilaciones a quienes no hicieron los aportes necesarios con fondos de rentas generales, la ecuación jubilatoria no cerraría con los parámetros actuales.
Es posible que sea políticamente inconveniente, pero no quedaría más remedio que ir modificando algunas de las variables que mencionamos en nuestro artículo anterior, como ser aumentar paulatinamente la edad jubilatoria a 70 años y exigir 40 años de aportes, claro está que estas variaciones deberían realizarse por etapas y considerando las situaciones especiales.
El aumento de los aportes patronales podría traer consecuencias negativas para la economía y el de los aportes personales implicaría una rebaja de los sueldos. En cambio es un hecho que la perspectiva de vida ha aumentado en los últimos años y una persona sana puede trabajar perfectamente hasta los 70 años, sobre todo en su especialidad y no hay razones para limitar los aportes a 30 años. Modificando progresivamente tanto la edad de jubilación como los años de aportes, es posible que se pueda llegar a un equilibrio entre ingresos y egresos de Anses que garantice el pago del 82 % que se desea y que se indexe automáticamente el valor con el índice de inflación.
Mario A. Hertig
Julio de 2010
domingo, 1 de agosto de 2010
De capítulos y versículos
Los manuscritos hebreos más antiguos del Antiguo Testamento conocidos son del siglo VIII DC y los griegos del Nuevo Testamento del IV DC.
Como se hacía difícil encontrar determinados pasajes Esteban Laugton (que llegó a ser arzobispo de Canterburry), en 1226 procedió a dividir los libros de
El versículo central de
Sin embargo lo notable es el contenido de dicho versículo: Es mejor confiar en el Señor que confiar en los poderosos, que es uno de los mensajes centrales de
Pero el hecho es que el Antiguo Testamento es más extenso que el Nuevo y por lo tanto el medio de
Mario A. Hertig
Julio de 2010
viernes, 23 de julio de 2010
Reflexiones sobre el Matrimonio
El diccionario Sopena dice más o menos lo mismo, agregando casos especiales como matrimonio canónico, civil, morganático y otros y luego se refiere al matrimonio entre los hebreos, griegos, romanos, germanos y cristianos, pero no menciona en absoluto la homosexualidad. En las sociedades antiguas en general encontramos referencias a la homosexualidad, pero no ligadas al matrimonio.
Podrá parecer una cuestión semántica, pero cada palabra tiene su significado y matrimonio es la unión de un hombre y una mujer para formar una familia, Cualquier otro tipo de unión debe utilizar otra expresión como sería unión civil.
En el pasado reciente la moral estaba en cierto modo disociada. La sociedad no admitía oficialmente las películas eróticas, las malas palabras, las vestimentas audaces y padres e hijos solo hablaban elípticamente de cuestiones sexuales, pero la realidad era diferente. Por eso se decía que era pacata o hipócrita. Hoy la sociedad se pasó de revoluciones, de las prohibiciones a la permisividad total y ya no sabe que hacer para parecer más avanzada. Se introdujeron las malas palabras y las películas subidas de tono en los medios, la televisión no tiene límites y así todo ¿Por qué no avanzar con el orgullo gay y el matrimonio homosexual?
Una ley promoviendo la unión civil con los mismos derechos que los que tiene el matrimonio (excepto la adopción que merece un estudio mucho más profundo), pero sin la utilización de las palabras clásicas como matrimonio, cónyuges o contrayentes, hubiera sido una solución más adecuada porque otorgaba los derechos legales a que aspiraban, pero sin lesionar el concepto de matrimonio o de familia. Se habría apelado a una diferencia que los homosexuales aceptaron al proclamar el orgullo gay, pero no discriminado legalmente.
Todos los derechos tienen sus limitaciones, en el caso del matrimonio el sexo de los contrayentes, la edad, la eventual consanguineidad o el número de personas y con ese criterio no se admiten las uniones incestuosas o poligámicas. La unión civil podría tener limitaciones diferentes lo cual no implica discriminación.
Aunque aparentemente el matrimonio homosexual no afecta a las demás personas, contribuye al deterioro del concepto de familia que se observa en los últimos tiempos. La familia es uno de los pilares fundamentales de una Sociedad bien constituida y sería deseable que se buscara la forma de fortalecerla.
Mario A. Hertig
Julio de 2010